Una noche de lluvia
Una noche eterna, donde los tintineos parecen interminables, ocasionados por las lluvias de Septiembre.
Cómo cualquier fin de semana, hubo una reunión entre conocido, fue organizada por un sujeto llamado Ricardo, era gran amigo de una mujer llamada Ollin, era la amiga de la infancia.
Él también habia invitado a Edgar, este sujerto no conocía a Ollin, debido que era una persona que viajaba de ciudad en ciudad y sólo se quedaba cortas temporadas.
Paso la reunión muy amena… con platicas muy mezquinas y coreografías muy banales, cuando ya eran las tres de la mañana y fiesta, comenzaba a desvanecerse, sólo quedaban en ese momento Ollin y Edgar, conversando en la barra del bar.
La lluvia seguía en guerra, continuaban los tintineos de las gotas.
- “ Por ahí corre la lluvia” – Penso Ollin, mientras su mirada se dirijia hacia la ventana, en donde corrian las gotas.
- “Por ahí corre el fresco de la noche” – Meditaba Edgar, en el momento que el observaba dónde veía Ollin .
Justo en ese instante sus miradas se cruzaron, eran como fuegos en pie de lucha, fue como si nacieran nuevos sentimientos y se estuviera construyendo algo especial en esos corazones tan perturbados, ya por los años.
No habia palabras que describieran sentimiento alguno, era el choque de galaxias extrañas. A pesar de que hablan sin parar, dominaba el silencio, platicaban y debatían sobre poetas malditos y malditos poetas.
Ollin en ese instante lo analizaba cautelosa, le miraba el cuello, sus ademanes, la forma tan graciosa en la que le temblaba el ojo cuando se ponía nervioso… Deseaba besarlo con tanto anhelo, pero le toco la nostalgia, recordó que el último beso, habia sido a su novio, él habia muerto… dentro de un abismo de depresión, absorbido al mismo tiempo por el cáncer.La tristeza habia entrado al terreno. Edgar le miraba las mejillas, deseaba tanto abrazarla, pero una fuerza interna le impedía, poder tomarla entre sus brazos.
Encendieron un cigarrillo para compartirlo, mientras las bocanadas se mezclaban con el Ron, en momentos juraban que el humo del cigarro, se convertían en palabras o presagios… los cuales se negaban a ver con claridad, por el miedo tan absurdo y patético que tiene el ser humano.
En el fondo de la habitación, se escuchaba una televisión encendida, con los diálogos tan efímeros y llenos de mentiras…
- “ Debe ser el frio”- pensó ella, al escuchar esas voces.
- “Debe ser la lluvia”-penso el
Ninguno de los dos confeso, que habían intercambiado pensamientos y que se acaban de escuchar hace unos segundos.
La conversación abarco muchos temas, hablaron sobre la puesta en escena de “ Edipo” e insultaron por no haber sido contemporáneo, así siguió la madrugada y la lluvia con sus platicas inconclusas, para ser simplemente una metáfora, un mundo hecho sólo para ellos dos.
La despedida, fue como si precintieran, qué jamás se volverían a ver. Entonces en ese momento él tuvo la fuerza para abrazarla y observar su calidad sonrisa, Ollin hacia tributo a su nombre, era igual a un resplandeciente sol. Ella lo beso en la mejilla y sonrio mientras observaba el temblor de su ojo izquierdo, le parecía algo muy gracioso y poco inusual.
Terminaron con un adiós, siguieron un camino distinto, sin saber de uno ni de otro.
Esto siempre pasa… y hay que seguir en este viaje…
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